Histricamente, ste ha sido un debate entre los EE.UU. y los pases europeos que pertenecen a la Alianza, ciertamente, pero tambin ha sido el resultado de tensiones internas entre intereses estadounidenses contrapuestos para compartir ms el coste de la seguridad transatlntica sin ceder el liderazgo. Esos intereses son contrapuestos debido a que por un lado los gobiernos norteamericanos desde hace mucho tiempo quieren que Europa asuma su propia defensa -a fin de permitir al pas americano orientarse al Pacfico-, e incrementen de forma sustancial su gasto e inversiones en defensa. Sin embargo, pretenden que dichos aumentos de inversin se dediquen a que Europa adquiera la mayor parte de sus sistemas de armas a ellos. En otras palabras, que la autonoma estratgica europea recaiga sobre las manos de los EEUU.
La importancia de alcanzar un elevado grado de autonoma estratgica ya se expres en el ao 1998 en la reunin de St. Malo, en la cual se lleg a la conclusin de que Europa debera tener una mayor autonoma para ser capaz de hacer frente a distintas amenazas de manera independiente, lo cual implicaba la necesidad de poseer capacidades propias a fin de ser utilizadas cuando se requiriera. Sin embargo, parece que el mensaje no ha calado y hoy, ms de 25 aos despus, estamos en una situacin similar.
Debido a que en Europa se adolece de ciertas tecnologas y sistemas que es necesario adquirir ms all de nuestras fronteras, la autonoma es limitada, como ocurre a todos los pases, en mayor o menor medida. Obviamente, si una capacidad es necesaria y no la hay en el mercado europeo, lo razonable es adquirirla fuera.
La guerra de Ucrania ha supuesto el gran revulsivo para la aletargada defensa europea. Hoy parece que los europeos -ms acertadamente, la Unin Europea-, somos conscientes de que no tenemos que depender del socio americano y que nuestra autonoma y capacidad poltica en el contexto internacional pasa por obtener esa autonoma estratgica propia.
A ello hay que unir, la llegada de Donald Trump en su segundo mandato, que est removiendo la situacin que, junto con la guerra de Ucrania, impone mayores esfuerzos al conjunto de la Alianza. En este sentido, el debate, continuo e inacabado sobre el reparto de las cargas financieras de los pases burden sharing-, dentro de la OTAN no est exento de sesgos ideolgicos y posiciones cmodas de algunos , incluso aprovechndose los ms pequeos de los ms grandes free riding-, es decir, los que menor esfuerzo realizan en defensa se plantean mantenerlo as o reducirlo an ms con cargo a las capacidades de quien ms aporta. Esto libera recursos para aplicarlos a otras polticas, pero genera un coste de oportunidad en trminos de seguridad que en la situacin geopoltica actual es difcil de justificar. Qu hubiese pasado si durante la pandemia no se hubiesen articulado vas extraordinarias de financiacin para hacerla frente?
A partir de la firma de los Acuerdos de Gales en 2014, del cambio de orientacin de las preocupaciones exteriores de los EEUU y de los problemas crecientes con Rusia y China -junto con el refuerzo de la posterior invasin de Ucrania-, la OTAN acuerda imprimir un mayor impulso al esfuerzo de los pases en el gasto en defensa, marcando un mnimo en el 2% del PIB a alcanzar en el ao 2024. Sin embargo, aunque la tendencia ha sido relativamente creciente, la mayor parte de los pases no haban alcanzado dicho porcentaje en el ao 2021, mientras que, a raz de la guerra de Ucrania, se impuls el gasto y la inversin en defensa y la mayor parte de ellos se situaron en el 2%.
Parece lgico que se exija a los pases un mnimo de gasto en defensa con relacin al PIB, ya que esta ratio muestra el esfuerzo econmico, dados el coste de los sistemas de armas, la cantidad necesaria de ellos para ejercer la disuasin, la necesidad de contar con aquellos ms modernos y adecuados al tipo de conflictos que muestran una mayor probabilidad y el arsenal de sistemas de los posibles contrincantes. Resulta igualmente necesario que ese porcentaje se eleve a medida que los riesgos geopolticos, militares y econmicos se hacen ms profundos y evidentes.
No todo es el dinero
Sin embargo, no slo hay que poner el foco en cunto se invierte o se gasta. La eficiencia del gasto es fundamental para entender determinadas cuestiones tanto dentro de la OTAN como de la propia Unin Europea. Diversos estudios demuestran que hay pases ms eficientes que otros en cmo articulan su gasto en defensa, incluso algunos hablan de cmo el conjunto de los pases europeos puede mejorar el rendimiento de dicho gasto a travs de la colaboracin en el desarrollo de sistemas conjuntamente entre varios pases, lo cual reduce los costes de I+D, de mantenimiento y expande las posibilidades de exportacin reduciendo los costes unitarios. Otra va son las adquisiciones conjuntas de sistemas, lo que permite importantes ahorros por el elevado volumen de unidades que se pueden comprar. En definitiva, reducir la fragmentacin presupuestaria e industrial europea permitira importantes ahorros que, segn clculos del Parlamento Europeo podran superar los 50.000 millones de euros al ao.
Obviamente, esta situacin posee sus derivadas econmicas e industriales. Con un mayor impulso a las inversiones conjuntas en defensa se pueden crear nuevos puestos de trabajo de alta cualificacin -200.000, segn clculos del Parlamento Europeo-, lo cual elevara las actividades de I+D y reducira la brecha existente con otros pases. Resulta importante poner de manifiesto que se pueden realizar inversiones en otros sectores que no sean la defensa, es algo que el lector se puede plantear. Por supuesto, esto es as. No obstante, ste es uno de los sectores que mayor impacto tecnolgico genera y que ms capacidad de invertir posee, debido a la relevancia que las nuevas tecnologas poseen en los diferentes conflictos.
En el caso de Espaa, hemos perdido casi un decenio a la hora de invertir en defensa y ahora toca correr. En el conjunto de los pases de la OTAN Espaa ocupa la ltima posicin en esfuerzo en defensa -gasto en defensa con relacin al PIB-, siendo la cuarta economa europea. Los acuerdos firmados hace ms de un decenio no han sido respetados con los consiguientes costes reputacionales como pas y econmicos, al obligar a realizar importantes ajustes presupuestarios en muy poco tiempo, con el problema adicional de que no hay presupuestos aprobados desde el ao 2023.
Curiosamente, la posicin de los distintos gobiernos espaoles durante este tiempo ha sido de desidia -incluso rechazo de la defensa-, pero la realidad se ha impuesto a las ideologas. Considerar que la defensa es algo negativo implica no entender cmo es la poltica internacional, cul es la posicin que se ocupa en el conjunto de los pases, en qu contexto -europeo y de la OTAN-, nos movemos, etc. Sin defensa no hay seguridad y sin ella la prosperidad econmica es imposible de ser alcanzada.
Durante estos das se han alcanzado acuerdos que implican un importante impulso a medio y largo plazos de la defensa europea pero que tambin suponen un compromiso real de cada uno de los pases -casi todos ellos pertenecientes tambin a la Alianza Atlntica-. Hasta tal punto esto es as, que el gobierno espaol pretende acelerar su aterrizaje en el famoso 2% incluso antes del ao 2029. Esta situacin, a priori positiva, ya que pretende mejorar la seguridad del pas y aporta mayor seguridad al entorno, esconde retos casi insalvables. Entre ellos cabra destacar si se tienen suficientes militares como para dotar a las unidades del personal necesario. La respuesta es negativa. Si es posible gestionar el creciente volumen de recursos de manera eficiente con las capacidades de gestin actuales. La respuesta es negativa. Si es posible satisfacer las nuevas demandas de sistemas de armas y tecnologas que se plantean utilizando recursos industriales propios. La respuesta sigue siendo negativa.
En definitiva, el incumplimiento de los acuerdos sobre esfuerzo en defensa hace extremadamente complejo cumplir con las estrategias marcadas desde la perspectiva industrial, tecnolgica y militar. Todas las estrategias marcan objetivos que se alcanzan con polticas y stas han de llevar aparejados recursos. Cuando alguno de esos elementos falla el conjunto no funciona adecuadamente y la eficiencia del sistema se resiente. Ahora se impone la racionalidad y una profunda revisin de dichas estrategias. Estar la poltica a la altura de lo que requiere la seguridad de la sociedad? La respuesta es una gran incgnita. (Antonio Fonfra, Universidad Complutense de Madrid y Academia de las Ciencias y las Artes Militares)
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