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D. Antonio de Leiva y el Condestable de Borbn en la batalla de Pavia 1bl4a

Lminas histricas 195u2c

Diez aos dura la campaa emprendida por la pareja real, doa Isabel I de Castilla y don Fernando II de Aragn, para conquistar Granada, ltimo baluarte de la dinasta Nazarita en Espaa, teniendo efecto con la entrada triunfal de los reyes el 6 de enero de 1492. Se dice que en esta gran epopeya intervinieron tropas castellanas, pero lo ms cierto es que colaboraron ncleos de Aragn y Catalua, como castellanos participaron en la empresa de allende el Mediterrneo en pos de la Corona de Aragn pues, no en balde, se daba el paso hacia la unidad tan anhelada por la reina Isabel.

Las lides e incidencias de esas campaas del fin de la reconquista supondran como las enseanzas de una gran academia militar, y de ella saldran adiestrados capitanes como fue aquel Gonzalo Fernndez de Crdoba, seero en maniobras militares aprendidas en la sierra agreste de Granada y que ms tarde pondra en prctica y para mayor gloria en las tierras escabrosas de La Calabria italiana.
Resonancia haba de tener este Hernndez de Crdoba como cariosamente le llamaba doa Isabel en todo el mbito hispano, que hasta en el reino de Navarra no incorporada todava al ente patrio hubo de entusiasmarse un rapazuelo llamado Antonio de Leiva por aquellas fazaas de tal capitn. Vnose para Castilla y se alist con decidido deseo en las filas de su ejrcito. Por entonces don Gonzalo ya estaba en Italia y el templado mozo navarro, a sus veinte aos, tiene ocasin de mostrar su pujanza en las Alpujarras con motivo de una rebelin de los mudjares en el ao 1500, por la que queda distinguido y tenido en cuenta.
En 1501 don Gonzalo prepara nueva etapa en la guerra de Italia y requiere gente que engrose su ejrcito y all va nuestro Leyva a demostrar su vala. Esta vez es en Venecia, que sufre el asedio de los turcos y que no tendr consecuencias gracias al auxilio prestado por don Gonzalo a esta ciudad, batalla resuelta cmodamente y en la que Leyva no logra brillar. Cuando el Gran Capitn pasa a la Calabria, sta es ocupada con relativa facilidad, no metindose en Tarento por estar defendida por don Fernando, hijo del rey de Npoles, en espera de un incierto acuerdo entre Luis XII de Francia y nuestro don Fernando de Aragn. Pero el Gran Capitn hbilmente induce al joven don Fernando a que siga resistiendo, prestndole su ayuda, consiguiendo que los ses no tomen esta plaza ni siquiera Barletta, ni Canosa y as apoderarse de Castellaneta.
Entretanto, Leyva pasa casi desapercibido. Su poca bajo la frula de los Reyes Catlicos y el Gran Capitn no es la suya; todava ha de esperar la era del emperador Carlos, que ser la que le consagre. l se limita a acumular sapiencia y estilo militar, pues genio le sobra y aquello lo adquirir en su pelear junto a capitanes como Pedro Navarro, Garca de Paredes, Hernando de Alarcn, Villalba, Gmez de Sols.
En 1503 obtiene la cima de su gloria el Gran Capitn con las victorias conseguidas en Ceriola y Garellano, al vencer a los ses que manda el duque de Nemours. En estas acciones don Gonzalo ya le distinguir a Leyva como:
es un duro capitn.
Llega el ao 1512, cuando se celebran las batallas de Rvena, Mdena y Mantua y el Gran Capitn ha sido sustituido por el virrey de Npoles, don Ramn de Cardona.

Leyva no acta, al ser destinado a la Lombarda. Ha llegado el tiempo de la actuacin de nuestro emperador Carlos V. Los frentes de la batalla se han ensanchado hasta los Pases Bajos y el contrincante de don Carlos es Francisco I de Francia, un rival empedernido y difcil. Leyva sigue por Italia en aumento de prestigio, tanto, que el mismo Emperador, en un gesto de magnfica llaneza, se alista en la 1a compaa de uno de sus Tercios para as mejor quererle y honrarle dice el Emperador. En 1522 se celebra la batalla de la Bicocca. Los Tercios de Leyva colaboran con las fuerzas del marqus de Pescara, Sforza y Colonna, obteniendo un gran xito al vencer a la hasta entonces mejor infantera, como era la suiza. El 24 de febrero de 1525, acontece la batalla de Pava en la que don Antonio de Leyva se encuentra defendindola de las encarnizadas acometidas de los ses que no ceden en su empeo de tomarla, pero Leyva aguanta estoicamente hasta la llegada de las fuerzas del marqus de Pescara que junto a las del marqus del Vasto, Carlos de Lannoy y el Condestable de Borbn acuden en su ayuda. El choque tiene lugar en las afueras de la ciudad, en el Parque de Mirabello, junto al arroyo Verncula. Don Antonio de Leyva es sacado de la ciudadela en silla de mano y, aunque aquejado de un dolorosa gota, se yergue fiero y dirige a su gente que combate ardorosamente hasta que llega la clamorosa derrota del ejrcito de Francisco I. Este, por causa inexplicable, se alej de los suyos cuando su caballo cay por efecto de arcabuzazo recibido por detrs, atrapando en su cada al rey por una pierna, por lo que qued inmobilizado. Algunos historiadores extranjeros han diferido el verdadero hecho, pero lo cierto es, y segn versin de un testigo presencial de la poca, que le rindieron tres soldados espaoles, el guipuzcoano Joane de Urbieta, el granadino Diego de vila y el gallego Alfonso Pita. El primero, al ver a su alfrez abanderado en trance de perder la bandera en manos de unos caballeros ses, acudi en su ayuda, logrando que as no fuera, mientras que vila y Pita hubieron de entregarlo a don Carlos de Lannoy.
En 1527 sucede la batalla conocida como la del Saco de Roma y ello va a suponer un descrdito para el prestigio de nuestro Emperador, pero ste no se har solidario con el proceder de ciertas mesnadas de incontrolados enemigos de la fe cristiana. En ello no participa Leyva, debido sin duda al empeoramiento de su enfermedad; pero s el fogoso Condestable de Borbn, que al ser el primero en escalar el muro es abatido y muerto de un arcabuzazo por el gran orfebre Benvenuto Cellini. Una de las ltimas acciones de don Antonio de Leyva fue el 21 de octubre de 1529, en la toma de Miln y que constituy una gran victoria para las armas del Emperador. Leyva, en su silla de mano, fue a peticin suya introducido entre las fuerzas enemigas, de tal modo que, a decir de las crnicas, slo con la fiereza de su gesto, impona terror en el enemigo.
Pasado el tiempo, y a causa de su progresiva dolencia, este corajudo navarro que lleg a tener bajo su mando un ejrcito de 50.000 infantes, 10.000 caballos y 100 caones, morira en 1536, quiz con el pensamiento de lealtad puesto en su Emperador.


Texto y dibujo de Miguel de Montaner


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