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Tercio Npoles 1oa6g

Lminas histricas de la Revista Defensa z3j4s

El hombre de armas propiamente dicho hace su aparicin en el mundo de la guerra en la segunda mitad del siglo XV, y no es sino una derivacin de aquellos otros caballeros que intervinieron en las Cruzadas en Tierra Santa, all por el siglo XII, llevando cota de malla y rudimentario casco como defensa, lanza, espada o ferrada como armas de ataque.

En la guerra de los cien aos (1337-1453), el caballero armado ha mejorado su sistema de proteccin de modo notable, ha prescindido de la cota de malla y del leve yelmo y ya lleva frrea armadura y una celada ms slida. Sus armas de ataque son ms contundentes.
Es a finales de ese siglo cuando se define y se le llama hombre de armas, y es el Homme darmes francs o borgon que introduce y pone en escena a ese coustilier ligero y con lanza acuchillada, al culibrinero y al arquero a caballo.
A la caballera se la considera en ese tiempo como importante punto de arranque para empresas altamente ofensivas y sus jinetes son caballeros de un nivel distinguido que hace que prepondere sobre el peonaje constituido por masas heterogneas o mesnadas, que no se atiene a reglas o contextos de orden militar.
Es en Espaa cuando, an no consolidado el reino de los Reyes Catlicos y en la guerra civil que precede, se cuenta con hombres de armas ms o menos ligeros, mandando el propio don Gonzalo Fernndez de Crdoba en su comienzo una compaa de ellos, compuesta de 120 caballos. Despus, cuando la Reconquista ha culminado con la toma de Granada en 1492, don Gonzalo no olvida a sus hombres de armas y cuenta con ellos para la formacin de su ejrcito. Con la infantera ya organizada y una artillera en trances de perfeccin, dar lugar al inicio de la autntica era militar espaola, basada principalmente en esa unidad nacional, sueo de anteriores reyes y llevada a cabo por los Reyes Catlicos.
En 1495, Fernndez de Crdoba pone en evidencia las andanzas guerreras de ese ejrcito por tierras de Italia y, debido a ese genio militar que le caracteriza, sabe emplear sus fuerzas: en la Calabria, por ser terreno quebrado usa de la infantera en operaciones de guerrillas, y en el Piamonte une la caballera. Luego ha de emplear en acciones de ms envergadura las tres armas, como en Seminara y Reggio, donde los resultados sern inciertos todava, pero en Atella y la Barletta obtendr clamorosa victoria sobre las fuerzas sas del rey Carlos VIII que manda Gilberto de Montpensier. En el asedio a esta plaza ocurre un hecho pintoresco, en el que una veintena, entre caballeros espaoles y ses, concertan un duelo de orden caballeresco, y sera el fornido Garca de Paredes, an estando herido, el que inclinara la balanza de parte hispana. En las siguientes campaas por Italia, el Gran Capitn ha hecho gala de su genio militar con el empleo de su infantera, de la caballera ya ms aligerada de coraza y que manda el nclito Garca de Paredes (luego sera Fabricio Colonna, y an Andrade), la artillera, con ese casi legendario Pedro Navarro, y juntos, con esa fuerza que proporciona un ejrcito bien organizad o, conseguiran victorias memorables en Ceriola, Garellano y Gaeta. Luego, con la toma de Npoles, cerrara el ciclo de su historia guerrera en Italia al quedar sta anexionada a la corona de Aragn y ser nombrado el Gran Capitn virrey de la misma.
Al llegar el bien entrado siglo XVI, el emperador Carlos con nuevos caudillos de armas, cursar hechos para la Historia, y otros hombres de armas, unidos a los ya creados Tercios, pondrn de manifiesto el potencial blico de Espaa. Esto, no slo en las tierras descubiertas en el Nuevo Mundo, sino en esta continua Italia donde todava se sellarn resonantes triunfos como los de la Bicocca, Pava y despus Mhlberg contra todos aquellos que se oponan al esplendor del Imperio de Carlos V, como eran ses, suizos, venecianos u otomanos.
En la presente lmina presentamos un hombre de armas de la segunda mitad del citado siglo: lleva slida celada de cresta dentada, coraza completa con aditamento pectoral de la llamada pieza tarja que sola emplearse tambin en las justas cortesanas, hombreras, braceral, avambrazo y guantelete; de cintura abajo, ligeras calzas con quijotes que cubran slo la parte anterior de las piernas, y como armas la lanza y espada. El arcabucero y el alfrez abanderado portan bacinete y coselete con breve faldar redondeado. El arcabucero lleva como armas el arcabuz y espada, sarta de balas, frasco de plvora y mecha, y el abanderado simplemente la espada con banda roja en distincin a su grado.
Pertenecen al Tercio Departamental de Npoles y junto a aquellos otros de Sicilia, Lombarda y Cerdea, tomaron parte en las batallas de Metz, Verdn y Toul contra el nuevo rey de Francia, Enrique II.
En 1556 reina ya Felipe II y a causa del quebranto de la tregua de Vaucelles, sobrevienen las batallas de San Quintn y las Gravelinas (1557-1558), donde obtienen uno de los ms clamorosos triunfos las fuerzas del duque de Saboya y en las que toman parte los hombres de armas de Colonna y los Cuatro Tercios: Sicilia, Npoles, Lombarda y Cerdea, que mandan respectivamente los maestres de campo don Julin Romero, don Antonio de Ulloa, don Gonzalo de Bracamonte y don Sancho de Londoo.
Cuando en 1565 estalla la rebelin de los Pases Bajos, Felipe II enva al duque de Alba a reprimirla, y es cuando empieza la etapa de lo que haba de constituir aquella leyenda gloriosa unas veces y otras menos de los Tercios espaoles. En los largos 132 aos que dur esa emancipacin es normal que ocurriera de todo. Grandes generales haban de contarlo: el duque de Alba, Requesns, don Juan de Austria y su sobrino Farnesio, adems del gran Spnola. Baste decir que por extralimitaciones o lo que fuere, el Tercio de Cerdea fue disuelto. En lo que respecta al de Npoles, por haber cometido ciertos excesos en la ciudad de Hell una vez rendida, el conde Mansfeld notific a su maestre de campo don Sancho Martnez de Leyva que el Tercio deba quedar extinguido, pasando sus componentes a engrosar otros cuerpos. Por eso en 1589 pasara a la historia, siendo el propio Leyva quien dijo a su alfrez don Pedro Sarmiento con voz acongojada: Ea, batid la bandera y plegadla pues, ya de agora nunca ir delante del Tercio viejo. Sarmiento quit el pao e hizo pedazos el asta. .

Texto y dibujo de Miguel Montaner


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